4 de septiembre de 2009

La cuenta atrás de todos los días




No dejo lugar al error y aún así se produce una y otra vez. Mastico tanto las cosas que acaban siendo n a d a. He perdido la espontaneidad del que no tiene nada que perder. Me concentro en analizar y diseccionar los gestos y palabras del resto. A mi tampoco me dejo escapatoria.

Vueltas y vueltas.

Lo pongo patas arriba y lo vuelvo a ordenar.

He perdido la costumbre de saludar a extraños. Es como si poco a poco me hubiese ido hacia dentro, dirección : mis tripas.

Un ovillo. La frente tocando el ombligo. Y ahí me quedo resguardada, en el calor de mi propia sangre.

Un cuerpo infinito hacia dentro.



- ¿Me pones una tarrina pequeña de limón?
- Claro. - en qué estaría yo pensando...-

Son las 17:00. Estoy a punto de salir.

3 comentarios:

  1. ¿Me pone una sonrisa?

    Vamos, no pierdas el tiempo; si te encierras en ti misma, no lo dudes más y, adelante: ¡escúpete!

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  2. A veces quien no tiene nada que perder es quien lo tiene todo por explorar y explotar.
    No te parece?

    Lo que pasa es que a veces es difícil saltar cuando lo que parece haber abajo no es más que vacío. Pero no lo es, palabrita de girl escaut.

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