24 de septiembre de 2012




Todo resulta inútil cuando hasta los pájaros mismos están tristes, y se lo digo a Bromberg, el cual me pregunta, <<¿Qué te pasa esta mañana, Leo?>>  (lanzándome una mirada juguetona por debajo de las cejas, para verme mejor y hacerme reír). 
<< Nada, Austin, me pasa solamente que cuando miro por la ventana hasta los pájaros me parecen tristes >> (y poco antes, cuando Mardou subió al cuarto de baño, creo haber mencionado, barbudo, demacrado, estúpido borracho delante de estos eruditos caballeros, algo sobre la << inconstancia >>, que sin duda debe haberles sorpendido); ¡oh, inconstancia!

(...)

Dolorido por mi dolor, mi aflicción se alimenta de su aflicción; la creo sensitiva, hasta el punto de que en un momento dado, con un arrebato de perdón, de necesidad, me acerco y me siento a sus pies y apoyo la cabeza en su rodilla, delante de los otros dos que ya no se intereasan por nosotros, es decir, Sand ya no se interesa por esas cosas, profundamente absorto en la música, en los libros, en la brillante conversación (un tipo de conversación, digamos de paso, que no ha sido sobrepasado en ninguna parte del mundo, y también esta percepción, aunque ahora cansadamente, atraviesa mi imaginación ávida de epopeyas, mientras contemplo el plan de toda mi existencia, llena de amistades, amores, preocupaciones y viajes que resurgen en una vasta masa sinfonica, pero que ya empiezan a interesarme cada vez menos por culpa de estos cincuenta kilos de mujer y para colmo morena, cuyas uñitas de los pies, rojas dentro de las sandalias, me provocan un nudo en la garganta)

(...)

Los pájaros todavía están cantando, y ahora también se oyen niños que cantan; como si yo fuera una araña que se despierta en un cubo viejo de basura, y el mundo no fuera para mí sino para otras criaturas más aéreas y más constantes, y por lo tanto menos propensas a dejarse marchar por la inconstancia, también...



Jack Kerouac - Los subterráneos








Cover al canto







3 comentarios: