
-Te pareces tanto a ella-
Son tus letras, claro.
Una vez me enamoré de unas letras. De los espacios y los gritos.
Me enamoré del vaivén, del desgarro a 150 km/h acertando de lleno en el blanco.
De la alegría.
Del hermetismo y las vueltas.
Una vez me enamoré de unas letras y acabé lanzando puñales en mitad de la nada.
A veces en mitad de la nada se consigue dar en el blanco.
ResponderEliminarGuapa tú