
No podía ser de otra manera. Es imposible gritar desde el agua estancada.
Tengo la mano congelada. Ella toma mate y toca instrumentos.
Armónica, xilófono y melódica, sin soltar el peluche que le ha hecho Támar.
Yo miro algunas fotos de hoy, y de reojo la veo a ella feliz.
Las manos de Támar con el bolígrafo polifacético.